Artículo publicado en Mundo Esférico el 8 de octubre de 2019
Unos de los clubes más prestigiosos de Portugal —el cuarto en participaciones en la primera división tras los tres grandes—, jugando desde la capital del país y desde uno de sus barrios más célebres, Belém, hoy condenado a volver a empezar. A pesar de mantener su emblemático estadio, a orillas del Tajo, a Os Belenenses le ha tocado reconstruir una historia centenaria a causa del fútbol moderno.
Belenenses cavó su propia tumba
La primera piedra que marcaría la reconstrucción actual que ha sumido al club lisboeta en los escalones más bajos de las ligas portuguesas se dio en 1999. Por aquel entonces, el conjunto de los azuis debió adaptarse a las exigencias ycrear una sociedad anónima deportiva para seguir compitiendo en igualdad de condiciones. Las dificultades económicas ahogaban a los capitalinos, quienes decidieron crear una escisión que controlase el fútbol profesional del club.
Todo transcurrió hasta 2012, cuando graves problemas de liquidez acabaron derivando en una decisión a la larga irrevocable: la entrada de capital inversor ajeno al club. Es así como Codecity, del empresario portugués Rui Pedro Soares, se hace cargo del 51% de la SAD del Belenenses, previa aprobación de este paso por la masa accionarial del club. En aquella junta de socios se tocaron más puntos que a la larga acabarían explicando la situación actual del club de la cruz de Belém. Además del acuerdo para el traspaso del paquete accionarial a la empresa, el club fundador mantenían un derecho de tanteo y veto a ciertas resoluciones, además de poder recomprar acciones a precio fijo. La reunión se cerraría con una parte simbólica de acciones para el club, el 10%.
El espejismo que supuso aquella reunión pronto salió a la luz. Codecity alegó al poco que el Club había violado situaciones contractuales pactadas en aquella dichosa junta de accionistas. Era 2017 y la SAD recurrió al Tribunal Arbitral del Deporte luso para invalidar el pacto. El fallo de las altas instancias derivaron en la mayor losa para los seguidores del club azulado: nada de poder recomprar aquel 51% que se derivara para salvaguardar las arcas. Su club, sus símbolos, en manos de gente y dirigentes sin el menor interés de defenderlos por encima de todo.
Mismo sitio, distinto lugar
Así suele cantar Pucho, vocalista de Vetusta Morla. El título de uno de los álbumes del grupo madrileño es la perfecta expresión para ilustrar lo que siente la torcida del club de Belém. Un año después de aquella infame resolución, la SAD agotó las vías legales para seguir vinculado al club original. Su intención no sería otra que separar los caminos, no sin antes adueñarse de los emblemas, el legado y los trofeos.
Sentados en el jardín de la Praça Afonso de Albuquerque, Artur José Pereira juntó a varios amigos para fundar al equipo que representase a Belém | Lucas Méndez
El 30 de junio de 2018 fue el fin del club único y solo un día después, el Belenenses SAD pasaba a ser la cabeza visible del proyecto, cogiendo la plaza en la Primeira Liga además del histórico logo del club con la cruz de Cristo roja.Solo, de nuevo, otra sentencia acabaría impartiendo justicia despojando a la SAD del auténtico emblema e instándola a crear otro con la letra B en homenaje al barrio y su icónica Torre, símbolo también de la ciudad. El caprichoso destino querría que ese escudo quedase en ridículo: sí, el nuevo club se mantiene en Primera División, pero ni representa a la gente de Belém ni juega allí. Ha tenido que ir de préstamo en préstamo hasta dar con sus huesos en el Estadio Nacional de Jamor, a camino entre Belém y Oeiras, pueblo limítrofe por el oeste con la capital lusa.
El club original consiguió mantener sus mayores orgullos intactos, al fin y al cabo. Uno, su palmarés. Campeón de Liga en 1946, 3 Taças y 3 Campeonatos de Portugal entre otros. Dos, el coqueto Estádio do Restelo, con vistas inmejorables al puente 25 de Abril y a la desembocadura del río Tajo en el Atlántico. Tres, el mayor de sus símbolos, su inquebrantable afición. En la 18/19, acabaron disputando sus encuentros en la sexta división del escalafón de ligas de Portugal. La casualidad ha querido que este mismo año, y el pasado 23 de septiembre más concretamente, se cumpliese el centenario del club pastel.
Todo el barrio se engalanó para rememorar una historia legendaria que sigue muy viva y que ni siquiera el maldito fútbol moderno ha podido ensombrecer.
El mítico Estádio de O Restelo conserva el aura de las grandes citas. Un estadio a los pies del Tajo con una ciudad deportiva que sigue siendo el orgullo de su afición | Lucas Méndez